Uno de los problemas más frecuentes en los hogares, especialmente durante los meses de otoño e invierno, son las humedades por condensación. Éstas suelen aparecer en forma de manchas oscuras, moho e incluso como pequeñas gotas de agua sobre las ventanas y, aunque en muchas ocasiones no se consideren grandes inconvenientes, pueden tener consecuencias importantes para la salud y la estructura de las viviendas.
Desde Grupo Mutua de Propietarios queremos ayudaros a entender por qué se producen este tipo de humedades y cómo se pueden prevenir, para mantener los hogares en perfectas condiciones durante todo el año.
¿Qué son las humedades por condensación?
La condensación es un fenómeno físico que se ocasiona cuando el vapor de agua que hay en el aire entra en contacto con una superficie fría (una pared, un cristal o un techo). Al enfriarse, dicho vapor se convierte en pequeñas gotas de agua que se adhieren a la superficie, dando lugar a la humedad. Este proceso es completamente natural, pero cuando se repite habitualmente dentro de una vivienda, acaba afectando a la comodidad, la estética y la salud de quienes viven en ella.
Con el objetivo de conservar mejor la temperatura interior, hoy en día los hogares están mejor aislados y más sellados, lo que provoca que la ventilación natural se reduzca y que el vapor de agua generado por actividades cotidianas (ducharse o cocinar), se acumule en el ambiente y acabe condensándose sobre las superficies frías.
Causas más comunes de la condensación en casa
Existen diversas causas por las que se puede dar la condensación dentro de un hogar pero principalmente se relaciona con la excesiva humedad ambiental, la falta de ventilación y el desequilibrio térmico. Entre los motivos más comunes se encuentran:
- Ventilación insuficiente. Cuando el aire húmedo no se renueva, el vapor de agua se acumula.
- Aislamiento térmico deficiente. Las paredes y ventanas frías favorecen la condensación del vapor.
- Uso de calefacción sin ventilación. Conservar una temperatura alta dentro del hogar sin renovar el aire potencia la humedad.
- Actividades cotidianas. Ducharse con agua caliente, cocinar sin campana extractora o secar la ropa en el interior aumentan considerablemente el nivel de humedad ambiental.
- Puentes térmicos. Zonas donde el aislamiento se interrumpe (por ejemplo, en las uniones entre muros y ventanas) y que concentran frío, son lugares donde las humedades suelen aparecer.
Consecuencias de las humedades por condensación
La aparición de humedades por condensación suele comenzar con la formación de pequeñas manchas o un empañamiento ligero en los cristales, que no se percibe como algo grave; sin embargo, con el tiempo pueden provocar consecuencias más serias como:
- Aparición de moho y hongos: Crecen en las esquinas o detrás de los muebles y pueden liberar esporas que afectan a la salud respiratoria.
- Deterioro de las superficies: La pintura tiende a abombarse, el yeso a descascarillarse y la madera suele perder su acabado original.
- Olores desagradables y sensación de humedad permanente: El ambiente se vuelve más pesado e incómodo y se generan malos olores.
- Aumento del consumo energético: La humedad reduce la capacidad aislante de los materiales, lo que provoca que se use más la calefacción para mantener el confort.
- Problemas estructurales a largo plazo: Cuando el problema se alarga en el tiempo, la afectación puede poner en riesgo la integridad del edificio.
Cómo prevenir las humedades en el hogar
Para prevenir la condensación en los hogares se pueden adoptar una serie de hábitos que ayudan a reducir la aparición de este fenómeno:
Ventilar todos los días
La ventilación es la medida más sencilla y eficaz: abrir las ventanas durante 10 minutos por la mañana y después de realizar actividades que generen vapor (ducharse o cocinar). Si las viviendas cuentan con sistemas de ventilación mecánica, es necesario asegurarse de que funcionen correctamente.
Controlar la temperatura interior
Lo ideal es mantener una temperatura estable entre 19 y 21 °C, puesto que ayuda a reducir la humedad relativa. Hay que evitar calentar en exceso el ambiente, ya que el aire caliente retiene más humedad.
Evitar secar la ropa dentro de casa
Secar la ropa en interiores libera una gran cantidad de vapor de agua, por lo que lo más adecuado es hacerlo al aire libre. Si no se tiene esta opción, deberían utilizarse deshumidificadores y mantener el espacio ventilado.
Mejorar el aislamiento
Un buen aislamiento térmico reduce las diferencias de temperatura entre el interior y las paredes, evitando los puntos fríos donde se forma la condensación. Una muy buena opción son las ventanas con doble acristalamiento o con rotura de puente térmico, ya que reducen mucho las posibilidades de que se dé este fenómeno.
Usar extractores y campanas
Los extractores y campanas son fundamentales para evitar la condensación en el hogar, por ello hay que asegurar que funcionan correctamente, expulsando el aire hacia el exterior.
Recurrir a un deshumidificador
En zonas muy húmedas, un deshumidificador puede ser un gran aliado, puesto que ayuda a mantener el nivel de humedad ambiental entre el 40 % y el 60 %, que es el rango ideal para el confort y la salud.
Evitar obstruir la ventilación natural
Es importante comprobar que las rejillas de ventilación no están tapadas y procurar dejar espacio entre los muebles y las paredes exteriores para que el aire circule.
Conclusión: mantener un hogar saludable y protegido
A pesar de que las humedades por condensación son un problema común en los hogares, también son evitables. Con una buena ventilación, un aislamiento adecuado y la ayuda de expertos, es posible mantener el confort y la salud de las viviendas durante todo el año.
La prevención comienza con los pequeños hábitos del día a día (ventilación, buen aislamiento, control de la temperatura, campanas y extractores…), pero se completa con la ayuda de profesionales y la contratación de un seguro de hogar que respalde ante cualquier imprevistos.