La arquitectura pasiva es la rama de la arquitectura que se ocupa de cómo construir edificios que logren un elevado grado de confort, mediante procedimientos naturales. Por estos procedimientos naturales entendemos el sol, las brisas y/o vientos, las características propias de los materiales de construcción, etc.
Para decirlo de otro modo, teniendo en cuenta que una vivienda se construye con el objetivo de cobijarnos y separarnos del clima exterior, lo que busca la arquitectura pasiva es minimizar el uso de sistemas de calefacción o refrigeración no naturales.
Esta línea del estudio de la arquitectura, empezó a cobrar vida a finales de la década de los 70, coincidiendo con la década de las Crisis del Petróleo por parte de Edward Mazria. Los puntos de unión de todas las soluciones propuestas es que sean técnicas sencillas y que además, no haya equipos implicados.
Algunas de las pautas que deben seguir estas soluciones son:
- Ahorro de energía, mediante el uso de buen aislamiento térmico
- Orientación adecuada de cada ventana respecto al sol
- Protección solar sobre las ventanas
- Ventilación natural
- Uso de la inercia térmica de la vivienda
- Conservación de energía
Todos los aspectos importantes se deben concebir en el diseño de la vivienda, puesto que no son elementos fácilmente modificables una vez la vivienda está construida. Uno de los puntos más fascinantes, desde mi punto de vista, es cómo se puede llegar a jugar con la energía solar para conseguir mejorar el comportamiento de una vivienda:
- GANANCIA DIRECTA
Captar la energía del sol a través de superficies vidriadas, es decir, como se ha hecho toda la vida con las ventanas. Optimizar las horas de insolación (sol de tarde vs sol de mediodía vs sol de mañana) puede ayudar a reducir mucho el consumo de calefacción. Hay que destacar que es importante jugar con los elementos de sombreado para evitar cargas térmicas excesivas en verano.
- MURO DE ACUMULACIÓN
Técnica que consiste en disponer una superficie vidriada delante de un muro oscuro (de piedra, ladrillos u hormigón). En estos muros, se aprovecha una propiedad del vidrio que es el efecto invernadero, con lo que se consigue un volumen de aire a una temperatura elevada. Dentro de esta técnica, hay dos variantes:
1. Muro no ventilado: este espacio definido anteriormente es cerrado, y lo que conseguimos es una capa aislante del exterior y, además, se consigue calentar la piel del edificio.
2. Muro ventilado: en este caso, se practican oberturas a este espacio y se consigue una circulación del aire por convección (se juega con las diferencias de densidades por la temperatura del aire). Mediante esta solución, y jugando con las oberturas, es posible refrigerar una fachada así como también una calefacción de la misma superficie.
- INVERNADERO ADOSADO
Creación de un espacio en la fachada sur, gracias a incorporar una superficie vidriada (puede ser habitable). Mediante esta técnica, además de generar unos espacios muy confortables en los meses fríos, se reducen las pérdidas de calor hacia el exterior.
- CAPTACIÓN Y ACUMULACIÓN SOLAR
Esta es la técnica más compleja, ya que combina el primer método antes comentado, con colectores solares de aire o de agua (parecidos a los que se utilizan para calentar el agua en los techos). Se basa en acumular la energía térmica en estos fluidos (aire o agua) para luego entregarlo al edificio cuando sea necesario.
Fdo: Borja Rivas, Director de Área Informes y Proyectos de Ingenium, Grupo Mutua de Propietarios