Tras sopesar el impacto y las consecuencias que ha tenido la reciente DANA en nuestro país, ¿qué valoración haces del papel que ha tenido el sector asegurador en esta crisis? ¿Qué lecciones hemos aprendido para incorporar a futuro?
El seguro español ha vuelto a demostrar que es un pilar de estabilidad social y económica: en apenas seis meses se han abonado ya más de 5.000 millones €, de los que en torno al 55 % proceden directamente de indemnizaciones gestionadas por las entidades privadas y el Consorcio de Compensación de Seguros (CCS). Quiero destacar la agilidad con la que se puso en marcha el protocolo de “pago a cuenta” del CCS y la capacidad de las compañías para desplegar peritos y canales digitales de tramitación incluso en zonas todavía inaccesibles. Pero la DANA también ha evidenciado tres retos: la persistencia del infraseguro en pymes y comercios, especialmente en la Comunidad Valenciana; la necesidad de reforzar la prevención y la importancia de contar con datos climáticos de alto valor para tarificar riesgos extraordinarios. La lección es clara: debemos intensificar la educación aseguradora, revisar periódicamente los capitales asegurados y avanzar en modelos predictivos que permitan anticipar eventos de clima severo y activar alertas tempranas coordinadas con Protección Civil.
En un contexto donde la sostenibilidad y la responsabilidad social corporativa están ganando peso en todas las industrias, ¿cómo crees que aseguradoras y mediadores pueden contribuir a estos objetivos? ¿Existe interés por parte de los clientes en productos más alineados con estos valores?
Nuestro sector tiene la doble palanca de la suscripción y la inversión. Desde la suscripción podemos incentivar la resiliencia climática: pólizas “verdes” que bonifican la rehabilitación energética de viviendas, seguros agrícolas indexados a parámetros climáticos o coberturas de movilidad compartida. Desde la inversión, las aseguradoras manejan carteras de gran tamaño que ya integran criterios ESG y financian proyectos de energía renovable y transición justa. El mediador, por su parte, traduce esa oferta al cliente, ayudándole a entender que asegurar su instalación fotovoltaica o contratar un seguro de flotas eléctricas no es un coste, sino una forma de proteger valor futuro. Vemos un interés creciente en las consultas sobre productos con sello sostenible y, lo más revelador, el cliente pregunta no solo por la prima, sino por la huella de carbono de la compañía y el destino de sus inversiones. Esa sensibilidad marcará la diferencia y los mediadores tenemos la responsabilidad de acreditarnos en finanzas sostenibles para asesorar con rigor.
Con el auge de las plataformas digitales de seguros y los cambios en los hábitos de consumo, ¿cómo puede evolucionar el rol del mediador en los próximos años? ¿Qué estrategias consideras clave para mantenerse relevante y competitivo en este entorno?
La digitalización no nos sustituye; nos amplifica. En los próximos años veremos tres líneas de evolución. Por un lado, nos dirigimos hacia un modelo híbrido en el que convivirán la atención omnicanal en la que la videoperitación, la firma biométrica y los comparadores enriquecidos con IA convivirán con la cercanía presencial.
Habrá también una hiper especialización en la que los mediadores que aporten conocimientos específicos, como puede ser el ciberseguro para micropymes, obtendrán una ventaja competitiva natural frente a la venta genérica online.
Y por último, gracias a tecnologías como el Internet de las Cosas, podremos monitorizar activos del cliente (vehículos, maquinaria, edificios) y proponer ajustes de cobertura preventivos, reduciendo la siniestralidad y la prima.
Por supuesto, para estar a la altura debemos invertir en analítica, capacitar a nuestros equipos en habilidades digitales y mantener un diálogo constante con las aseguradoras para cocrear productos modulables. Pero, sobre todo, tendremos que reforzar aquello que ninguna plataforma puede replicar: la confianza. Seremos relevantes mientras sigamos sentándonos al lado del asegurado el día que más nos necesita, cuando toca explicar una cláusula o defender su derecho a una indemnización justa. Ese es, y seguirá siendo, el valor insustituible de la mediación.